La introducción de antibióticos en la práctica clínica, tanto para uso humano como veterinario, ha permitido un tratamiento eficaz de la mayoría de los procesos infecciosos bacterianos de nuestro entorno.
No obstante, el desarrollo de las resistencias a los antibióticos y la escasez de tratamientos alternativos, constituyen en la actualidad uno de los mayores desafíos que afronta la medicina moderna. La resistencia a los antibióticos se considera ya uno de los problemas de salud pública más serios; se trata de una amenaza global que afecta tanto a la salud humana como a la veterinaria, así como a las actividades ganadera y agrícola, el medioambiente, el comercio y la economía mundial.
La aparición de resistencias es debido principalmente a:
Según el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos se estima que en España más de 4.000 muertes anuales son debidas a bacterias multiresistentes, cifras que alcanzan los 25.000 casos si nos referimos a toda la Unión Europea, con unos costes añadidos de aproximadamente 1.500 millones de euros por cuidados extra hospitalarios, cuidados médicos y pérdidas en la productividad.
La resistencia a los antibióticos puede afectar a cualquier persona, sea cual sea su edad o el país en el que viva. Todos somos responsables de este fenómeno y, también, parte de la solución en la estrategia para impulsar el uso prudente de los antibióticos que garantice la eficacia de éstos en el futuro.
Atendiendo a la relevancia de este problema, se ha firmado recientemente un acuerdo global firmado por los 193 países miembros de la ONU para hacer frente a esta cuestión. Se ha creado en nuestro país un grupo coordinador de expertos, auspiciado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, para elaborar el “Plan estratégico y de acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antimicrobianos (2014-2018)”, constituido por las partes interesadas en este tema, entre los que se encuentra el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Este plan también es conocido como Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos (PRAN) y, desde que fue creado, ha trabajado en una serie de documentos vinculados a diferentes medidas, en cuya elaboración han colaborado todas las Comunidades Autónomas, más de 260 expertos, más de 70 Sociedades Científicas, así como representantes de 6 Ministerios (Sanidad, Agricultura, Educación, Economía, Interior y Defensa).
Los antibióticos son medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas. La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso de estos fármacos. Estas bacterias farmacorresistentes pueden causar infecciones en el ser humano y en los animales y esas infecciones son más difíciles de tratar que las no resistentes. Cada vez es mayor el número de infecciones –por ejemplo, neumonía, tuberculosis y gonorrea- cuyo tratamiento se vuelve más difícil debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos.
La resistencia a los antibióticos hace que se incrementen los costos médicos, que se prolonguen las estancias hospitalarias y que aumente la mortalidad.
Es necesario que se cambie urgentemente la forma de prescribir y utilizar los antibióticos. Aunque se desarrollen nuevos medicamentos, si no se modifican los comportamientos actuales, la resistencia a los antibióticos seguirá representando una grave amenaza. Los cambios de comportamiento también deben incluir medidas destinadas a reducir la propagación de las infecciones, a través de la vacunación, el lavado de las manos, la seguridad de las relaciones sexuales y una buena higiene alimentaria.
Estas son algunas de las medidas que, como pacientes, podemos tomar para ayudar a que los antibióticos sigan siendo eficaces:
Si quieres conocer más medidas de prevención y control de las resistencias a los antibióticos, visitando la página web de la Organización Mundial de la Salud encontrarás el detalle de las causas que pueden provocarla y qué precauciones hay que tomar para evitarlas.
Poner fin a la epidemia del SIDA significaría que todas las personas, con o sin VIH, fueran capaces de vivir su vida con normalidad, desde el nacimiento hasta la edad adulta y en la vejez, con dignidad y libres de discriminación. Todas las personas tendrían la misma oportunidad de crecer, desarrollarse, prosperar, trabajar y disfrutar de una vida próspera y plena, con el apoyo de leyes, políticas y programas que aborden los determinantes sociales del VIH, la salud y el bienestar.
ONUSIDA, por su parte, ha puesto fecha al inicio de esta forma de vida, hasta ahora considerada utópica: 2030.
Se contempla que 2030 sea el año con:
Pero la realidad, en España, a día de hoy es que se estima que hay entre 130.000 y 160.000 personas según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, diagnosticadas de VIH, de las cuales el 46,5% presentan un diagnóstico tardío. El diagnóstico tardío de la infección es uno de los principales obstáculos de la respuesta a esta epidemia.
Se define diagnóstico tardío (DT) como la presencia de una cifra de CD4 inferior a 350 células/µl en la primera determinación tras el diagnóstico de la infección por VIH; y enfermedad avanzada (EA) cuando la presencia de linfocitos CD4 es inferior a 200 células/µl. El objetivo, por lo tanto, es poder detectar el VIH precozmente, cuando la cifra de linfocitos aún sea superior a 350 células/µl.
¿Por qué se le da tanta importancia a la detección precoz?
La detección precoz de la infección por VIH es esencial, por varias razones, expuestas en una guía de recomendaciones para el diagnóstico precoz del VIH en el ámbito Sanitario creada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Por todas estas razones, resulta evidente la relevancia de reducir la proporción de personas con VIH sin diagnosticar, sin vulnerar el derecho a la confidencialidad y la voluntariedad de la prueba, objetivo prioritario incluido en el Plan Estratégico de Prevención y Control de la Infección por VIH y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), en España, 2013-2016.
Si hablamos de la labor en la concienciación sobre el diagnóstico precoz no podemos olvidar a CESIDA (Coordinadora Estatal de VIH y SIDA) quién, des del año 2009, lanza una campaña anual para promover la prueba del VIH entre las personas que hayan podido estar expuestas a situaciones de riesgo.
Hasta fechas recientes, los productos sanitarios para autodiagnóstico del VIH no han estado disponibles en el mercado europeo. Sin embargo, en la actualidad, ya existen productos que han obtenido el marcado CE y que se comercializan en el Reino Unido y en Francia. Asimismo, se ha mostrado interés en la comercialización de alguno de estos productos en España.
En el momento de la redacción de este artículo existe un proyecto de Real Decreto por el que se modifica el Real Decreto 1662/2000, de 29 de septiembre, sobre productos sanitarios para diagnóstico in vitro, eliminando la exigencia de prescripción para la venta al público y la prohibición de la publicidad en los reactivos de autodiagnóstico para la detección del VIH. A fecha de 22 de Junio de 2017, este documento de proyecto de Real Decreto se encontraba sometido a trámite de audiencia y se espera su entrada en vigor en un futuro próximo.
Sin duda, la aprobación de esta modificación del Real Decreto 1662/2000 abre un nuevo paradigma para la comercialización y publicidad de productos sanitarios que permitirán el autodiagnóstico del VIH y, a su vez, su detección precoz que permitirá abordar la epidemia VIH/Sida que, cerca de cumplir un siglo, ha producido unos 34 millones de muertes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).